"Demos un paso lateral", de Luca Franceschi.

Me ha parecido un artículo muy interesante, palabras para reflexionar, en definitiva, sobre como mantenernos en presente.
Las referencias al diálogo con los elementos, con la Naturaleza, me recuerdan a técnicas de meditación, a sentimientos profundos de bienestar interior.
De pequeña me abrazaba a los árboles, para extrañeza de quienes me observaban, pero yo evoco ese momento y me traslada a la paz que ese contacto me hacía sentir.
Espero que os guste.


Autor: LUCA FRANCESCHI 22 diciembre 2010

Palabras como ecosofía, biosfera, mundialización, globalización, “global y local”, suenan cada vez más en nuestro vocabulario, en esta primera década del siglo XXI. Todas estas palabras nos recuerdan que somos interdependientes y que nuestro destino como especie y como individuos está estrictamente ligado a un planeta único y a los comportamientos de los demás.
Por otro lado, somos seres únicos e irrepetibles, dotados de inteligencia, sensibilidad, y emociones propias, que a menudo soportan mal las diferentes presiones osmóticas que el entorno nos produce, hasta el punto de que alguien como Sartre no dudó en declarar que “el infierno son los otros”.
Aparecen y advertimos tensiones y dificultades a la hora de conciliar el yo con el ser -entendido como el yo más su proyecto de vida- y el ser con el conjunto de seres. Tal como lo muestran esas palabras del comienzo, tenemos grandes dificultades al tratar de conciliar lo global con lo local; la evolución del mundo sólido “producción”, con el líquido, “servicios”; las influencias introspectivas inculcadas con fuerza en el siglo pasado por el psicoanálisis y la psicología, con las influencias empáticas presentes hoy a través de los medios de comunicación, Internet, las redes sociales, etc.
El maltés Edward De Bono nos proporcionó hace veinte años una serie de estudios sobre el desarrollo de “el pensamiento lateral”, una serie de habilidades que todos podemos desarrollar, si intentamos ver los problemas con unos ojos, que sean capaces de salir del sistema lógico. Siguiendo estos principios, podríamos hacer un ejercicio basado en la tentativa de tener otro punto de vista, tomando un “camino lateral” que nos lleve desde la lógica y la posición egocéntrica, a una más cercana a la antropológica.

En ocasiones, conviene tomar un camino lateral que nos permita ver las cosas desde otra perspectiva (imagen: usuario de Flickr).
En occidente, un “sabio loco” que nos puede servir como ejemplo en este “camino lateral” es San Francisco de Asís. Dejando por un momento “de lado” los aspectos teológicos y religiosos, hablar con los animales o con los planetas, la Luna, el Sol, o la Tierra, como si fueran seres a la par, estableciendo con ellos un verdadero diálogo, que es sino una tentativa de salirse de la lógica vertical y egocéntrica para migrar hacia un pensamiento y un posicionamiento laterales, que nos proporcionan una perspectiva completamente distinta y que, sobre todo, reequilibran el reparto de la presión osmótica en varios puntos, en lugar de solo en uno.
En el mundo de las adicciones, ocurren procesos similares, cuando la persona dependiente logra, a través de una especie de momentánea transcendencia de sí mismo, situarse en un “lugar lateral “que le ofrece una visión distinta y le permite aceptar su problema. Una aceptación que constituye la base de cualquier tipo de cambio o de recorrido en busca de su autonomía y de un progresivo abandono de la práctica adictiva.
El pensamiento lateral, en definitiva, tendría que ayudarnos a comprender algo básico: ¿por qué seguir excavando en el mismo agujero, si podemos cavar otro, a su lado?"

El Síndrome del buen hijo. Honrarás a tu padre y a tu madre.

Con permiso de Juan,traigo aquí la última entrada de su blog.
Son sus reflexiones, sus conclusiones tras muchos años de meditación propia y cientos de conversaciones acerca de mi experiencia.
Y también muestra cómo se acerca él mismo a su vivencia como(buen-normal) padre.

Al final, por encima de todo, lo que prevalece en cualquier relacción humana son los vínculos sanos de amor desinteresado.
Gracias, Juan, un beso.

http://adictoalagente.blogspot.com/2010/12/el-sindrome-del-buen-hijo.html

"Hay pocas cosas que se hayan sacralizado tanto como la familia. Y sacralizar lo que sea tiene mucho de manipulación y poco de razón.

Ha sido considerada la célula básica de la sociedad, la forma natural de acceder al mundo y ello ha llevado implícita la más increíble impunidad a tantas desvergüenzas que se justifican en base a su protección y a su carácter sagrado.

Pues no es no necesariamente la célula básica de la sociedad ni la manera natural de acceder al mundo. En la prehistoria no existía esta institución. La célula básica era la tribu y aún, en algunas tribus poco contaminadas, lo sigue siendo.

Sí es en cambio, una manera cómoda de estructurar la convivencia.

Para apuntalar esta institución no pocas veces hemos de tragar sapos y culebras para que no no señalen como malos si rompemos una familia.

A los padres se les asigna un poder casi ilimitado (salvo salvajadas muy evidentes) sobre la vida y obra de sus hijos. Pueden maltratarlos psicológicamente lo que les plazca y, a eso algunos, lo llaman transmisión de valores, incluso educación. Mentes poco sanas psicológicamente pueden tener hijos y transmitirles sus miedos, fobias, odios o dependencias. Y nadie puede meterse. No tienen que dar explicaciones. Gran parte de las taras psicológicas de los adultos provienen de alguna forma de maltrato por parte de sus padres.

Pero ojo, la sociedad te dicta que a los padres hay que respetarlos, amarlos, cuidarlos y adorarlos. El hijo que se aparta de una madre será convenientemente señalado como mal hijo, sinónimo de la mayor perversidad que un humano puede cometer. La sociedad no tolera semejante dislate. “Honrarás a tu padre y a tu madre” nos dice Dios. Y el que no los honre, no sólo arderá en los infiernos cuando muera, hay que quemarlo en vida.

Es hora de crear un nuevo síndrome: el síndrome del buen hijo. Lo definiría como aquella persona que nunca ha sido respetada por sus padres pero que se siente obligado a quererlos, honrarlos, obedecerlos, respetarlos y cuidarlos. Esta persona nunca se desarrollará con buena salud emocional hasta que no medite con serenidad, incluso con frialdad, el papel que sus padres han jugado en sus vidas y no sea capaz de criticar, e incluso alejarse de ellos, si es necesario. La relación con los padres no se puede establecer desde el deber o la responsabilidad (un deber impuesto a fuego en nuestras carnes con el “honrarás”) sino desde el amor y la libertad.

Se ha tenido mucho cuidado en destacar los derechos de los padres y los deberes de los hijos. Se sabe muy bien como “debe” ser un buen hijo. Todos están de acuerdo. ¿Se sabe también como debe ser un buen padre?. Aquí ya hay opiniones para todos los gustos.

Para mí el buen padre es el que respeta a sus hijos desde que nacen. No me vale sólo con el amor. Un amor que no respeta es de los mayores maltratos que se pueden infligir a una persona, porque la dejas indefensa ante el daño. Demasiadas veces vemos como personas que respetan a los extraños no hacen lo mismo con las personas a las que más dicen querer. Si muchos padres se comportaran con los vecinos, amigos o compañeros de trabajo de la misma forma en que se relacionan con sus hijos, serían considerados psicópatas. Pero con sus hijos sí tienen permiso para faltarles al respeto. Parece que el amor se convierte en la patente de corso para dejar de respetar."

Minnie.



Estamos los cinco "embarazados", esperando con mucha ilusión a esta criatura que a mí me parece un bellezón.

Siempre he tenido miedo a todos los animales, a pesar de que me encantan(una más de mis muchas herencias malditas). Es un coñazo, afirmo.

Pero en momentos difíciles de la vida, cuando sacas fuerzas de flaqueza, puedes tener la sensación de que todo es superable, incluso ese miedo, a empezar por ahí.
Llevo meses queriendo compensar crisis personales, necesito superarme y darme, también ilusionar a mis hijos y ayudar a uno de ellos a superar sus miedos, como me ocurre a mí.
Gracias a uno de mis hijos y al consejo de uno de sus amigos (graaande), recurrimos a una Protectora, y allí encontramos la foto de Minnie.

Es una curiosa coincidencia que llevemos bastante tiempo pensando en nombres, y de repente, encontramos el nombre perfecto, que ya venía dado: Minnie.
Las tres primeras iniciales recogen, por orden cronológico, las de mis tres hijos.
Además, todos somos fans de Disney (no frikis, jajajaj).
Encima, uno de mis hijos nos hizo notar lo gracioso que puede ser llamar a una gatita con nombre de ratoncita, nos partimos¡¡

Mi amiga M. (que ha tenido hasta hace nada tres perros, desgraciadamente se le han ido dos)es una fuente inagotable de buenos consejos y conocimiento para que el gatito que nos llegue esté bien, y también todos nosotros nos informamos de todo lo que cae en nuestras manos.

Las mascotas pueden ser terapéuticas, pero ante todo está el respeto a su bienestar.

Ainnnnssss, que ganitas y que ...¡¡yuyu¡¡¡;-)

Las claves educativas del 'ser creativo'.

Lo suscribo absolutamente, ojalá se extienda esta manera de ver las cosas.

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/21/andalucia_malaga/1287680464.html

El sistema educativo tiene que cambiar. Esa es la conclusión extraída de las charlas ofrecidas en la primera jornada del I Congreso de Mentes Brillantes celebrado en Málaga. La comunidad científica clama por una nueva forma de enseñar que se adapte a las nuevas generaciones, tan influenciadas por la tecnología e inmersas en una sociedad globalizada, y que por encima de todo, no frene la creatividad.

Entre las claves aportadas por los expertos para lograr 'seres creativos' están conseguir una enseñanza que destierre el castigo y que se base basada en el apoyo al alumno, en dar más importancia al inconsciente y a la gestión de las emociones y en conseguir que las nuevas tecnologías no anulen la capacidad creadora.

"El aprendizaje basado en la coacción, en la obligación ya no tiene sentido", señala tajante el neurocientífico Mario Alonso Puig, quien es más partidario de generar "ganas y necesidad de aprender".

"Un profesor no puede dedicase a mostrar la complejidad de las cosas ni a lucirse, porque está para que la gente aprenda", afirma Puig. Este científico sostiene que "la clave en la educación será entender que si un niño no aprende no será porque no sea inteligente", sino porque no se le habla de la forma correcta. No en vano, él es defensor de la teoría de que existen nueve tipos de inteligencia en función de lo que cada uno necesita comprender.

Así, también señala que los "sentimientos punitivos" asociados a los errores y el exceso de tensión son negativos en la enseñanza y destaca que se puede aprender a cualquier edad, puesto que cuando uno se decide a aprender "empieza a cambiar el cerebro".

En ese proceso, sin embargo, no es necesario avasallar con información. "Una persona no es un cubo vacío, educar significa sacar de dentro", resalta.

El abogado y divulgador científico Eduard Punset apuesta igualmente por el cambio en los modelos de enseñanza ya que, en su opinión, "los jóvenes de hoy son muy distintos a como yo era de joven, pero sin embargo, el sistema educativo sigue igual".

"Yo aprendí cantidad de competencias y habilidades que no me hicieron falta para encontrar trabajo pero que a los jóvenes sí, como el tema de focalizar la atención", debido a la cantidad de imágenes a las que están sometidos. "Como dice una camiseta de mi nieta, no es déficit de atención, es que no están interesados en las mismas cosas que nosotros", comenta. De ahí que la educación deba centrarse en dar a las personas lo que necesitan para llegar a su objetivos.

El lado negativo de las nuevas tecnologías

En cuanto a las nuevas tecnologías y su influencia en el aprendizaje, el filósofo Jose Antonio Marina, que se muestra aún más crítico con los actuales métodos de enseñanza ("genio se nace y a imbécil se llega y, en medio, está el sistema educativo", comentó durante su charla), apunta que tienen efectos negativos.

"Los jóvenes que han nacido en la era de los medios informáticos aprenden a manejar el cerebro de forma diferente y tienen un concepto de la atención en paralelo, no lineal, y pueden saltar de una pantalla a otra, pero eso implica que preservan mal la memoria, porque descargan su memoria personal en estos soportes y esto hace que desatiendan su capacidad creadora", explica.

Para Marina, crear es "una actividad que resuelve problemas (entre los que se encuentra la búsqueda de la felicidad) de forma eficiente" y es también "un hábito".

Para este pensador, lo importante es saber "jugar lo mejor posible con las cartas que se tienen" y para ello, es necesario educar el talento. "Todo lo que hacemos tiene que ver con la felicidad y en la rutina, cuando claudicamos en la necesidad de crear, nos sentimos desdichados", afirma.

Del sistema educativo también critica que los medios disponibles sólo permiten "la homogeneización", cuando en realidad se aspira a una enseñanza individualizada, en la que además, las asignaturas deberían ser "transversales, no verticales".

Por otro lado, considera esencial en la educación "el adiestramiento del inconsciente, pero no el freudiano". En este punto, Punset añade que "sólo se consigue innovar solventando problemas cuando aceptamos que la intuición y el insconciente es una fuente de conocimietno tan válida como la razón".

Enlazado con este asunto, está el de la gestión de las emociones, algo que Punset cree que debería incorporarse al sistema educativo, junto con el trabajo en equipo.

Un simple pensamiento.

Si se lleva la cuenta de lo que has dado, es que no lo has hecho por amor o generosidad, si no por obtener algo a cambio.
Yo doy y olvido lo que he dado, nadie me debe nada.

Saliendo del Infierno.

Justamente esa frase, saliendo del Infierno, la publiqué en facebook y obtuve la mejor respuesta posible: pasillo adelante a la derecha.

El autor no pudo ser otro que el genio de mi pareja, me ha hecho desdramatizar y reirme de lo que me está tocando vivir.

He dudado mucho de la conveniencia de contarlo en público (mi escaso pero más que querido público)y recordando terapias de mi querida L. y sabiendo que no me victimizo allá voy, ufff.

Hace un mes que he cortado toda comunicación con mi madre.
Después de años de tortura, he descubierto que lo que me unía a ella era el miedo, no el amor.
Me está costando salir de una vez por todas de mi infancia, en la que fuí cruelmente maltratada física y psicológicamente, ignorada, abandonada, ninguneada...

Mi madre nunca me aceptó y nunca lo hará. Sus trastornos de personalidad son tan graves que no espero ningún viso de recuperación.

He llegado a un punto de no retorno, a la fobia pura ante la posibilidad más que lógica de que, en algún momento de desequilibrio, pudiera dañar en lo más mínimo a mis hijos.Y, por supuesto, seguirá desaprobándome a mí.

Huyo, cual perro apaleado que lleva casi 47 años volviendo a recibir más. Y ya no puedo, se acabó.

Me lamo mis heridas con la ayuda inestimable de mi psicóloga, con el apoyo de mi amor y de mis hijos y amigos.

Es muy muy duro "matar a la madre"...en vida.

Saliendo del Infierno.

¿Mamá, la luna es blanca?

Esa pregunta me la hizo mi hija una noche de camino al aparcamiento, era tarde, estaba cansada y le respondí airadamente, enfadada, saturada...¡pues claro que es blanca, no lo ves¡(craso error)

Tres hijos en cinco años, todos preguntones (afortunadamente), a veces no daba más de mí, y la pregunta, por obvia, me sacó de mis casillas (mal hecho).
Años después descubrí que yo había malinterpretado la pregunta, mi hija se refería a que si la luna, de cerca, es del color que vemos de lejos.

Y yo no la supe entender.
Ahora esa pregunta se ha transformado en una anécdota que denota mi torpeza en ese momento y su enorme inteligencia para, siendo tan pequeña, ser capaz de hacer una pregunta tan sintética y correcta dentro de la lógica.

Admiro a mi hija y pretendo superar mis errores.

Te adoro, Isel.

Funcionarios.

Este artículo resume lo que pienso sobre este tema, a ver que os parece.
(Dedicado a Juan)


Funcionarios públicos y sueldos congelados

En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada
donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un sueldo
mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer.
Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado público casi indigente,
trasunto del cesante de novelón galdosiano, fue poco a poco hundiéndose en el olvido.
Pero en los últimos días, la cloaca política y mediática neoliberal ha babeado de placer
ante los ecos de una posible congelación salarial a los funcionarios. Sin embargo, nada
sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el
sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y para conseguir que un albañil
viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los
dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables
con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti club y caspa montaban una constructora y
juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los
estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches
refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué
estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?...
“España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España
va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza
de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una
mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del
momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, según los neoliberales, los efectos de aquellos excesos han
de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que apenas se
benefició del auge económico y que, por supuesto, no provocó la crisis.
Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron
dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las ganancias obscenas de la
especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos y
comunidades que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a
empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico.
Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los
cinco de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores
que hubieron de recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros
mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta que estos han de pagar
la crisis y son unos “privilegiados”!
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

Leopóldo Abadía y los nietos.

Me ha parecido un texto impagable, sincero y llano, espero que os guste.
Resume muchas cuestiones sobre educación y formación con las que me identifico.

LEOPOLDO ABADIA: ¿QUE HIJOS VAMOS A DEJAR A ESTE MUNDO?

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que "Dios les coja confesados".
Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación. En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?" Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?"

Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: "¡y a mí, ¿qué me importa?!" Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.
Yo era hijo único. Ahora, cuando me reúno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.
Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.

Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:

1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales,.Lo que por ahí se llama "buena gente".

Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (Si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas.)
Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos.En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo.

A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.
Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.

P.S.
1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

Santo, de Martín Berasategui.



No me puedo quejar de mis recursos, voy bastante bien pero, a pesar de ello, nunca hubiera imaginado poder cenar en un restaurante avalado por SEIS estrellas Michelín.
Avalado por Martín Berasategui, nada menos.

Tuve la suerte de que me invitaran a cenar en Santo y me duele, por la compañía y la invitación, la decepción más absoluta. A pesar de que el precio es asequible, no repetiría la experiencia.

Por una parte, analizando lo que es el Hotel EME (donde se ubica el restaurante Santo, "by Martín Berasategui") como reconstrucción y decoración, a pesar de mi gusto clásico, es impresionante.
La ambientación está muy lograda, se transmite silencio y tranquilidad. Me chirrían un poco las plantas y flores artificiales, en mi casa las tengo más logradas, lo siento. Parecen compradas en un chino de urgencias.
La terraza del último piso, inigualable por las vistas, te topas de golpe con la Giralda en una perspectiva única e impactante, muy recomendable.

Llegamos a la mesa. Te invaden camareros, maîtres y todo tipo de servicio excesivamente servicial, que interrumpen conversaciones continuamente.
Resultaba un tanto surrealista, primero te comentaba el que se encargaba de lo que querías beber, todo muy largo y tedioso, luego el que te explicaba los menús disponibles, luego el de la bandeja del pan, luego...ufff, demasiado.

Bien, comienza el desfile gastronómico.

Primero te ofrecen, en una bandeja de madera rústica, tres tipos de pan: blanco, de pipas y multicereales.
Elijo el blanco, es una pequeña bolita con miga sin aire y sabor anodino, corteza no demasiado crujiente. No repetiría. Los demás panes no los probé, pero nadie dijo que estuvieran especialmente ricos.

A continuación, aparece un camarero que, con mucho trabajito, porque no cabe, planta una bandeja de loza blanca en medio de la mesa, que contiene cuatro latas de conserva.
Con más trabajo aún, y sin lugar casi para hacerlo, destapa cada lata intentado que las tapas quepan en la bandeja, literalmente tirado encima de los comensales.

Cada lata contiene UN mejillón en escabeche de la casa.
Ridículo. No lo probé porque sólo me gustan los mejillones de lata, pero a los demás les pareció de lo más corriente.

Ya hemos elegido menú, el ligero, todos con lubina excepto yo, con carne.

Nos distribuyen unos cubiertos extrañísimos, de casi 40 cms de largo, cuchara, tenedor y cuchillo. Lo curioso es que de los cuatro, a dos nos los sitúan todos a nuestra derecha y a los otros a su izquierda...¿?

Tenemos delante un plato de salmorejo, decorado con huevos de codorniz y lonchas de jamón ibérico. El salmorejo está rico, correcto, con un punto de frescura especial, pero he probado muchos mejores.
Atacamos las enormes lonchas de jamón como podemos, doblándolas, muy incómodo, nadie se dió cuenta del cuchillo y tenedor. Hubiera sido mucho mejor servirlo más troceado.
La cucharilla de diseño era imposible, imaginaros un cilindro cortado a la mitad, no había manera de saborear el salmorejo, la mitad de la cuchara quedaba llena y los labios se deformaban...
Afortunadamente I. pidió que nos pusieran cucharas normales...

Mi plato de solomillo lucía tres medallones con sal maldon en el centro.
Incomestible.
Los habían sellado tanto por fuera que resultaba una corteza seca, dura, inmasticable y totalmente sosa. Sólo al llegar al centro del medallón se encontraba un trozo de carne jugoso y al que le llegaba la sal.

El postre es el que aparece en la mala foto que he subido (sorry, no domino mi cámara nueva).
No era redondo, el caldo estaba muy rico, pero algunas de las frutas tenían semillas ácidas y muy desagradables al masticar.

Por otra parte, los caminos de mesa creo que eran de hilo o lino, resbalaban a cada movimiento...

Me da pena escribir esto, pero lo que para mí era la ilusión de comer "de la mano" de un seis estrellas, se trocó en un magnífico rato con mis acompañantes y una absoluta decepción culinaria.

Gastronium o Abades Triana le dan mil vueltas.

¡Que alguien avise a Berasategui de lo que ocurre en Sevilla¡¡

(Ey, no es caro-caro, 55 euros, pero yo no vuelvo ni gratis)

La Pluma Mágica, Tomateatro por Haití.



Viernes 6.30 y Sábado 5.30, en pro de los damnificados de Haití y en colaboración con Manos Unidas, escuela de Tomateatro presenta "La Pluma Mágica" No lo dudes y ven con los más pequeños que pasarán un rato inolvidable con los personajes de sus cuentos favoritos interpretados por los alumnos de la escuela. Colegio Santa Ana, C/Padre Damián 2 Donativo de 3€ menores de 12 años y 5€ los mayores.

Merece la pena verlo, es una interpretación vitalista y sentimental de un día cualquiera en la vida de un pre-adolescente narrada desde una selección excelente de canciones de Disney, que son realizadas y coreografiadas con una maestría que emociona.

El grupo Tomateatro, como siempre, lo da todo para lograr una sensación de sorpresa y profesionalidad que los hace irrepetibles.
Y, además, la recaudación va para Haití.

No te lo pienses, ve¡

Piel, moral y pragmatismo.

C. odiaba los abrigos de pieles. Le gustaba la estética, podía admirar los diseños, la suavidad de la piel, pero no era capaz de admitir lo que a sus ojos era un espectáculo dantesco de sangre animal simplemente admitido por un determinado gusto estético y, para colmo, fuera del alcance económico de la mayoría.

C. ardía en ira furibunda cuando a su lado paseaban señoronas endomingadas que iban a misa envueltas en el órgano vital de visones, lobos, zorros, un tétrico zoológico de seres disecados como belleza y rango.

Cuando M., su madre, adquirió un abrigo de jineta, C. dejó de hablarle durante bastante tiempo. Su madre le juraba que eran de granja, animales de granja que no habían sufrido. Pero C. no quería saber nada.

Veinte años más tarde, a M. le quedaba pequeño el abrigo. Hacía muchísimo frío y se lo ofreció a su hija.

Y C. se lo plantó. Se dijo que el daño estaba hecho y que era absurdo guardar el abrigo en un armario y pasar frío. Tenía muy claro que jamás pagaría por una piel, pero ese regalo materno tenía su utilidad.

Se le hizo difícil salir a la calle con él, pensaba que la gente la miraría mal, que nadie podría entender sus razones.

Y se sorprendió muchísimo cuando, en días de intenso frío, se ponía aquellas pieles hermosas y tristes y la piropeaban...