¿Mamá, la luna es blanca?

Esa pregunta me la hizo mi hija una noche de camino al aparcamiento, era tarde, estaba cansada y le respondí airadamente, enfadada, saturada...¡pues claro que es blanca, no lo ves¡(craso error)

Tres hijos en cinco años, todos preguntones (afortunadamente), a veces no daba más de mí, y la pregunta, por obvia, me sacó de mis casillas (mal hecho).
Años después descubrí que yo había malinterpretado la pregunta, mi hija se refería a que si la luna, de cerca, es del color que vemos de lejos.

Y yo no la supe entender.
Ahora esa pregunta se ha transformado en una anécdota que denota mi torpeza en ese momento y su enorme inteligencia para, siendo tan pequeña, ser capaz de hacer una pregunta tan sintética y correcta dentro de la lógica.

Admiro a mi hija y pretendo superar mis errores.

Te adoro, Isel.