Constelaciones

El llegó en una Aurora, cuando ella ya había habitado la mitad de sus Lunas.
Apenas el comenzaba a conocer sus Soles...
El impacto fué brutal, estremecedor para ambos.
El le decía, sosteniendo su rostro entre las manos:
"Mírame, no soy un niño, soy un hombre¡"
Y en ese momento ella descendía en azul,
su mirada la lanzaba a un vértigo cálido
en el que se desposeía de todo su ser.
Volvía a sentirse tan segura y
tan amada
como en el vientre materno.
A pesar de sus miedos
no pudieron evitar eclipsarse
envueltos el uno en la piel del otro,
desnudos hasta más allá de la consciencia
y del dolor de conocer
que sólo sería aquella vez,
la única vez,
en que ella reuniera el suficiente valor...
Buscó su mirada, ahora tan cercana,
y comprendió que era cierta su protesta,
ya no era un niño
era un hombre y...
estaba llorando...