Cicatrices

¿Alguien se libra de las heridas que implica estar vivos?

Imagino que no.

Supongo que todos tenemos cicatrices, recuerdos de heridas inflinjidas por los que nos aman, que, al fin y al cabo, son los únicos que nos pueden importar tanto como para herirnos.
Si nos quedamos anclados a esas cicatrices no avanzaremos, nos lastran en nuestro bienestar y nuestro crecimiento.

¿Cómo superarlas?
Es bien difícil.

Restañar heridas requiere ser capaz de perdonar por completo. Y para conseguirlo, es necesario ser profundamente honesto y enormemente valiente. Y empático.

Porque solo podemos perdonar si somos capaces de meternos literalmente en la piel del otro, sentir lo que el otro ha sentido, comprenderle desde la raíz de nuestra humanidad, llorar su dolor que es el propio.

Perdonar es un ejercicio de empatía, de generosidad y de valentía. Un carecer de juicios.

Y a veces podemos temer contemplar desde el otro el dolor que hemos provocado.
Las cicatrices impiden mostrar al otro la piel suave que se esconde justo debajo.

Y ese otro.....no se lo merece.