Tres mujeres.

Quiero intentar contaros algo al “estilo Portorosa” (con permiso).
El crea en su blog entradas que sugieren, deja total libertad al lector para concluir la historia.
Y eso, a mí, siempre me ha gustado, por dos motivos, por la libertad que da al que lee y por la libertad que me da de hacer lo que quiero hacer en este momento y lugar: asomarme, en vez de mostrarme.
(Hay un tercer motivo que me guardo de momento)

Tres mujeres

R, M y C conversan en una sobremesa familiar. Es de esos momentos en los que, con mucha gente alrededor, hablan para si mismas, están solas y saltan de un tema a otro.

M ronda los 70. Soporta algo más de peso del que debiera, desde que se casó luce pelo corto, cuida sus canas, jamás un escote y una gran inteligencia desbordada en la hipocóndria.

R es una mujer de 50 que ha aprendido a comerse el mundo, fuerte personalidad, resolutiva, independiente, clásica, flexible. Físicamente fué hermosa y aún se le nota en los ojos. Lleva coleta rubia, siempre viste falda y te lleva la contraria por sistema, pero aún así se hace querer. Porque es ella misma y siempre está si la necesitas.

C se limita a escucharlas.

R: yo no comprendo a mis compañeras de trabajo que van con taconazos¡¡
M: ufff, claro, claro¡¡
R: es que van que no veas.....
M: sisisis, y tanto.
R: porque claro, van como van, luego que no se quejen. Porque algo les van a decir los hombres¡
M: por supuesto, donde va a parar¡ Y las mirarán¡¡

Y C piensa mientras las escucha:

Rubia platino, tipazo, tacones, escote....¿soy invisible?