Funcionarios.

Este artículo resume lo que pienso sobre este tema, a ver que os parece.
(Dedicado a Juan)


Funcionarios públicos y sueldos congelados

En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada
donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un sueldo
mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer.
Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado público casi indigente,
trasunto del cesante de novelón galdosiano, fue poco a poco hundiéndose en el olvido.
Pero en los últimos días, la cloaca política y mediática neoliberal ha babeado de placer
ante los ecos de una posible congelación salarial a los funcionarios. Sin embargo, nada
sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el
sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y para conseguir que un albañil
viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los
dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables
con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti club y caspa montaban una constructora y
juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los
estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches
refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué
estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?...
“España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España
va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza
de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una
mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del
momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, según los neoliberales, los efectos de aquellos excesos han
de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que apenas se
benefició del auge económico y que, por supuesto, no provocó la crisis.
Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron
dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las ganancias obscenas de la
especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos y
comunidades que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a
empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico.
Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los
cinco de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores
que hubieron de recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros
mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta que estos han de pagar
la crisis y son unos “privilegiados”!
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

12 comentarios:

Juan dijo...

Creo que los funcionarios en tiempos de crisis también debemos aportar nuestro granito de arena. Ya sabes que desde hace dos años te venía comentando que me parecía increíble que no nos congelaran el sueldo y que era una medida necesaria. Pero lo que no me podía ni imaginar es que desde el próximo mes de Junio me vayan a bajar un 7% el sueldo. Los mismos que negaron la existencia de la crisis y que después sostenían que los aspectos sociales no se iban a tocar. Hace dos semanas estos mismos se reafirmaban. ¿Que ha pasado en las dos últimas semanas para que lo que era impensable y negativo se vuelva abolutamente necesario y positivo?. Las mismas bocas que decían una cosa, en dos semanas dicen exactamente la otra.

Hasta ahora pensaba que ZP era inepto pero honesto. Ahora sigo pensando en lo primero, pero mientras no presente su dimisión, pensaré que estaba equivocado en lo segundo.

Un besazo. Muchas gracias por tu dedicatoria.

Kaken dijo...

Yo no entiendo la congelación tampoco.
A ver, el funcionario trabaja igual, se ha ganado a pulso su salario y su puesto y paga puntualmente sus impuestos ¿a qué viene disminuir sus derechos sí o sí?

Pienso que se carga demasiado las espaldas de los funcionarios y los autónomos, no me explico como sobreviven las pymes, que son creadoras de empleo.

Y aunque pueda sentir mucho la situación de la gente en paro, tampoco me parece bien que, con la que está cayendo, se mantenga indefinidamente la medida de los 400 euros.

Lenka dijo...

Es que es de traca. A ver, yo estoy precisamente opositando, así que me considero "interesada futurible". Y pienso varias cosas:

- Sí, el funcionario se gana a pulso su puesto de trabajo, a base de horas de estudio que se restan normalmente al ocio y al sueño. Es decir, si logra un puesto es exclusivamente gracias a su esfuerzo personal.
- Sí, pa más inri la cosa conlleva gastos. Temarios, fotocopias, academias, transporte si es necesario y hasta derechos de examen (pequeños, pero ahí están)
- Sí, es muy cierto que, si sacas la plaza, adquieres una seguridad impensable para otros currantes, una serie de ventajas que te dan una tranuilidad pasmosa (pero, ojo, es que es cierto que también te ha costado un huevo de pato conseguir todo eso)

Qué hacer? Yo estoy completamente de acuerdo con que los funcionarios arrimen el hombro en lo que puedan para ayudar a superar una crisis. Parece mentira que pretanda ser funcionaria y piense así, pero es la verdad. Y digo más, si el sacrificio del funcionariado sirviera para paliar las enormes desventajas que sufre mucha otra gente (por ejemplo los autónomos, cuya realidad laboral es, sencillamente, inaceptable; o los eventuales eternos, que existen y son legión) yo firmaría la primera.

Problema? Que dudo que sirva para eso. Ojalá, pero lo dudo mucho. Que me temo que por sí sola esta medida es injusta, insuficiente y hasta absurda. Que me temo que los autónomos, los eventuales y todos los trabajadores que llevan años currando en condiciones indignantes, seguirán más o menos igual (de mal). Y que, naturalmente, los especuladores, banqueros, empresarios explotadores (no todos lo son, aclaro, pero son los que no se arruinan casi nunca, porque los honrados sí que lo hacen con frecuencia), los chorizos, los que reventaron la burbuja, los asesores que no dieron una ni las vieron venir... todos esos, para más narices, seguirán tan tranquilos. Porque, oh, qué cosas, a ellos no se les castiga por la crisis.

Resumiendo: si REALMENTE hubiera un plan general para que TODOS contribuyéramos a solventar la crisis, si fuera un plan solidario, sí, sin duda, estaría de acuerdo en apechugar (si fuera funcionaria, claro). Pero que al final se les elija a ellos para pagar el pato... no, no me parece bien. Ni son los culpables ni los únicos con trabajo seguro ni debe recaer sólo sobre ellos la medida impopular de apretarse el cinturón. No es justo.

(Kaken, no sé muy bien cómo va lo de la ayuda de los 400 euros, sí te digo que a mí se me termina este mes de junio pero que si no llega a ser por ella no sé qué demonios habría hecho con mi vida. Porque en mi caso, y en el de muchos otros, seguridad cero y precariedad toda. Al menos de momento, ayns. Veremos si saco esa plaza)

Juan dijo...

Yo creo que sí servirá Lenka. Soy funcionario, pero también soy amigo, hermano, sobrino o tío de personas que lo están pasando mal. Y me parece correcto que todos nos tengamos que atar los machos. La congelación salarial me parecía correcta. Pero que de golpe te quiten el 7% de ingresos es duro. Se hubiera llevado mucho mejor si nos hubiesen congelado el sueldo hace dos años. Nos hubiéramos adaptado mucho mejor.

En la situación actual, a los que más hay que apoyar es a las pequeñas empresas, que son las que más empleo crean en España. Y es lo único que no ha hecho este gobierno. Han dejado que se hundan miles de empresas competitivas que sólo tenían problemas de deudas derivadas de que no cobraban lo que se les debía (hay que recordar que el que más debe a las empresas es el propio Estado). Mientras, 400.000 jornaleros que no han trabajado en su vida, siguen viviendo del cuento.

No estoy de acuerdo con mimar a los débiles. No se les exige nada y se les da todo a cambio de nada. De esta forma sólo se potencia su propia debilidad.

Hay que ayudar al que está pasando apuros, al trabajador que se ha quedado en el paro. ¿Pero seguir pagando mensualmente a un jornalero que lleva 30 años en el paro agrícola?. ¿Pagar tres millones de pensiones no contributivas al que nunca ha contribuido?.

Y también hay que hacer pagar al listillo, al que oculta sus bienes para no pagar impuestos, al especulador que no crea riqueza sino que encarece la vida a los demás. Al empresario, electricista, fontanero, que sólo se dedica a la economía sumergida. Que no contribuyen en nada y saben muy bien exigir los servicios del Estado y cuando tengan 65 años, su pensión no contributiva.

Pero es más fácil tomar medidas que no impliquen dar trabajo a nuestros políticos. Congelar pensiones y bajar sueldos de funcionario no precisa quebrarse el coco para perseguir al que no cumple.

Lenka dijo...

Pero se les va a ayudar, Costillo? En serio?? Quiero creerlo, desde luego. A eso iba con mi entrada. Merece la pena si de verdad se va a ayudar a la gente que está apurada y realmente agobiada, a la gente que curra y curra y se deja el pellejo. Pero es que me temo que no será suficiente con que los de siempre se aprieten los machos. Es que me temo que aquí hace falta tirar abajo todo el sistema y hacerlo de nuevo, no sé si me entiendes. Igual es que ya he perdido la fe en todo, pero sospecho que al final sólo nos proponen remiendos, que los errores siguen en la base de todo, y que tarde o temprano nos daremos otra piña. Fue Einstein el que dijo que es de locos hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente??

Juan dijo...

No creo que haya que cambiarlo todo. Con sus luces y sombras, vivimos en el sistema económico más justo de la historia, lo cual no significa que sea justo, ojo, sólo que es el mejor hasta ahora. Pero claro, es justo en los países occidentales.

Yo no lo cambiaría todo, sino algunas cosas que chirrían. Por ejemplo, la economía debe ser productiva, no especulativa. Se han creado multitud de instrumentos financieros con el único fin de especular que sólo benefician a los tiburones financieros. Ahora parecen que quieren tomar medidas, pero me parece que van a ser muy tímidas.

Yo tengo un pensamiento realmente extraño que no encaja con ninguna ideología. Verás, en lo personal, soy absolutamente liberal. Que cada cual haga lo que crea conveniente con su vida (me refiero a opciones puramente personales, ojo, las que no atañen para nada a los demás, como llevar velos, ser gay, ir o no a los toros, abortar, acostarte con quien quieras, ir a misa o hacerte budista). Pero en lo económico NO. No soy nada liberal. Creo que el Estado debe intervenir activamente para impedir los desmanes de los "listillos" y apoyar activa y seriamente al empresario honrado que se deja la vida en su empresa y que crea puestos de trabajo. No me explico como no se han tomado medidas contra la especulación y especuladores. Porque no es la primera crisis causada por el liberalismo económico. Y no se ha aprendido nada.

Los sindicatos tampoco han ayudado nada. Con sus tácticas mafiosas y su anacronismo demimonónico de la lucha de clases, les parece horrible ayudar al poderoso. Sólo hay que ayudar al débil. ¡¡¡Pero si es el poderoso el que puede crear trabajo¡¡¡.

Tenemos que salir de esta clase de lucha entre empresa y trabajador, que tuvo sentido en su tiempo, pero que hoy no tiene lugar. No se puede llamar lucha y vivir como una batala lo que no es más que una negociación.

Se ha creado una mala imagen del empresario que, como toda generalización, es injusta e irracional. Los hay magníficos y los hay sinvergüenzas. Ni más ni menos que lo que sucede con los obreros.

En términos simples y siguiendo la lógica capitalista, el empresario es creador de empleo y el obrero es consumidor de empleo. Hay que apoyar al primero por el bien de los segundos.

Lenka dijo...

Lo de cambiarlo "TODO" me ha quedado pelín extremo, sí. No creas que estaba llamando yo a la revolución ni a la guillotina XD
A veces se pasan ganas, no creas, pero es más de boca que otra cosa. Por el cabreo, vaya.

Sí, me refería más bien a cambiar las bases de muchas cosas. A que hay desmanes que todos conocemos y se consienten. A que es un sindios. A que hay cosas que nadie comprende. Nadie entiende, por ejemplo, cómo es que los autónomos viven en la total desprotección, cuando se juegan su propio dinero, generan empleo, en fin, contribuyen de muchas maneras. Nadie entiende la especulación, ni la corrupción, ni el dinero negro, ni los abusos. Pero ahí están, y no pocas veces a la vista de todos. Nadie entiende que un trabajador pueda cobrar hasta la mitad que otro del mismo oficio sólo porque viven en comunidades autónomas distintas. Nadie entiende que haya tanto chorizo, tanto jeta viviendo de subsidios que no necesita, tanto rico que de repente es "insolvente", tanta irresponsabilidad, tanto empufe, tanto derroche. Ni tanta palabrería.

Cada vez que veo a los sesudos expertos reunirse tengo la misma sensación. Como de viñeta de cómic. Bien, señores, qué hacemos? La cosa está fatal. Uy, sí, qué mal está todo. Hay que crear una subcomisión que estudie en profundidad las causas. Tengo yo un cuñado mu listo que... Pero claro, es que luego hay que formar un comité de decisiones y medidas que valore tal y cual. Y luego, obvio, realizar un riguroso informe que contraste nuestra realidad con... tengo yo una prima que... No hay que olvidarse de pedir la opinión de los expertos. Y no estaría de más organizar una cumbre mundial, a ver qué dicen los belgas de todo esto.

Total, que entre comités, subcomités, sondeos, investigaciones, expertos, informes, ponencias, estudios y demás zarandajas... miren ustedes, nos hemos gastado la friolera de sopotocientos millones de euros, pero eso sí, era urgente, necesario y ha valido la pena el esfuerzo y el desembolso, porque hemos llegao a la indiscutible conclusión de que la cosa está muy malita y hay que apretarse el cinturón.

No sé si me explico, Costillo. Que será que no creo ya en casi nada (y cada vez menos), pero entre otras cosas tengo la impresión de que el sistema que nos han colado (así en general) es un laberinto incomprensible de derroche, pérdida de tiempo, recursos mal aprovechados, burocracia, comisiones, expertos de nada y charlatanes que se gastan mucho dinero en humo y en aparentar que están ocupadísimos arreglándonos la vida, y que debemos darles las gracias por encargarse tan desinteresadamente de cuestiones muy importantes y complejas que no entendemos porque ni tenemos estudios, si somos tan listos ni estamos tan preparaos como ellos, caramba.

Por cierto, que el Señor Obama acaba de fajarse con un cambio bastante asombroso en la economía de su país. No sé si para bien, para mal o para "lo mismito", pero no deja de tener mérito que un tío haya osado meterle mano al sistema más salvajemente capitalista y aparentemente intocable del mayor imperio del planeta. Con un par. A ver qué pasa, tengo curiosidad.

Juan dijo...

Yo veo tan negativo ser descreído como ser crédulo.

En el primer caso se puede tender al extremismo y soluciones extremas, que suelen ser mucho peores que la realidad que se quiere combatir. El crédulo, por contra, es un borrego que hace y piensa lo que otros quieren que defienda.

Prefiero una visión global realista, sin ponerte las gafas de ver desastres ni las gafas de Bambi.

Si nos dedicamos a buscar injusticias, las podemos ver a mogollón, porque las hay. Pero eso sólo es una parte de la realidad. Por la otra hay millones de personas que cada día trabajan y se comprometen con los demás.

El resultado final, al menos en España, es que es un país en que si eres medianamente responsable y normal, se vive bien, se puede tener una buena calidad de vida y te puedes realizar como persona. Que hay personas que sufren penurias, pues sí, pero no es lo habitual. Lo normal son gente que tiene sus necesidades básicas cubiertas, con más o menos dificultad.

No hay que tener una fe ciega en el sistema, pero tampoco hay que pasarse al otro extremo, la desconfianza total, porque no sólo no es positiva, es que no es realista.

Lenka dijo...

Seguramente tienes razón, Juan. Pero a veces cuesta. Vivir mal no será la norma general (afortunadamente) pero es que para muchas personas es la única realidad que conocen. No me voy a poner melodramática porque yo soy una privilegiada comparada con mucha gente, pero sí que sé lo que es estar mal, mal en serio. Mal de "me llega el alquiler y tengo exactamente 200 euros en el banco". Mal de "llevo dos años sin un jodío contrato, no sé qué más intentar, de momento me agarro al curro en negro porque es que ya no tengo pa ir a la compra". De verdad que hay mucha gente que hemos vivido siempre a rachas, llegando a rozar lo precario. Mal de querer ayudar a tu madre y no poder. Mal, vaya. Que no pasa nada, aprendes, te acostumbras, te adaptas y sales como puedes. Y en las rachas buenas ahorras y tienes cuidado. Y además eres razonablemente feliz porque no necesitas gran cosa. Pero ostras, quema, cansa, preocupa, quita el sueño, agobia, es muy inseguro y muy estresante. Nunca sabes, vives al día y con los años te entra más canguelo. Y eso cabrea, claro.

Conste que no soy nada exaltada con esto, puedo sonar muy rabiosa pero en el fondo me río de todo ello (qué remedio!) Lo que sí creo firmemente es que tendemos al derroche más obsceno. Y que en la clase política eso se da muuuucho. No me refiero a robar o malversar, sino a gastar a lo bestia. La imagen que tengo del español en general es que somos muy pintones. Mucho. Nos encanta tener, y que se vea. Creernos importantes. Tengo poca fe en la clase política, eso es cierto. Me dan una imagen poco profesional (en general) y muy desfachatada.

Juan dijo...

Yo he pasado por todas las rachas, menos la de rico. Durante mi infancia y adolescencia me tenía que poner zapatos con dos tallas menos porque no había para más. Tenía que trabajar en todo tipo de trabajo para poder sacar un dinerillo para poder salir. El peor era descargador de caminos.....¡¡¡de queso¡¡¡¡. Y yo odio el queso, jajajajaja. Pero he hecho de albañil, mudanzas, cargador de piedras (éste terrible, eran piedras de 50 Kg que había que subir a peso a un camión a metro y medio, en Ecija....al sol y en verano, a más de 50 grados al sol. ¿Te acuerdas Kaken como llegaba?). El único dinero fácil que conseguía era en el teatro. Y ese dinerillo sólo daba para una cocacola con la novia para toda una tarde, dos entradas de cine por semana y para hacer senderismo por Sierra Moreno con mis amigos.

Después, la época de residente fue brutal, no tanto para mí, que estaba acostumbrado a las penurias, como para Kaken. Trabajaba 100 horas semanales, todas las semanas, durante cuatro años. Todo para ganar el equivalente a lo que son actualmente unos 700 euros mensuales. Y eso era todo lo que entraba en casa. Sólo de alquiler ya pagábamos la mitad.

Pues nunca me consideré pobre. Tenía lo imprescindible. Y fui muy feliz en esa época. Muchísimo. Porque el dinero no da la felicidad, una frase tan manida como cierta. Dicen que en la mayor parte de Africa, la gente es muy feliz a pesar de no tener casi nada. Y es porque tienen algo que ayuda enormemente a tener una vida plena: RELACIONES. Y esto, desde mis dieciseis años, no me ha faltado nunca. La riqueza de las relaciones.

Sólo somos pobres cuando queremos más de lo que necesitamos y tenemos que emplear demasiado tiempo en conseguirlo y abandonamos la verdadera riqueza: familia y amigos.

Que a veces se pasan apuros, que no llegas a pagar el alquiler, que sólo puedes comer patatas fritas y bocatas durante una temporada, es duro, no lo niego, se pasan malos momentos, pero si llevas una vida rica en lo personal y en lo relacional, llevas mucho ganado. Si te desesperas por tu situación, no arreglas nada, sino que lo empeoras todo. Verás como dentro de unos años te reirás y mirarás con ternura esos momentos difíciles.

Lenka dijo...

Yo jamás me he sentido pobre. Nunca. He pasado miles de apuros y he llegado a sentirme muy mal por el agobio de no tener (literalmente) para la compra y el alquiler. Porque se pasa mal, no me digas que no. Tiras palante, pero por dentro no puedes pensar en otra cosa. Cómo haré? Cómo me apaño? El calendario no se para y las facturas llegan puntuales. Es cierto que el dinero no da la felicidad y que lo importante son las personas y todo eso. Pero seamos realistas: al banco le importa poco todo eso tan bonito. Si no pagas, te echan del piso. Esto es así, cruda realidad.

No es por ser fatalista, es que he estado varias veces muy cerca de caer y sé el miedo que da. No lo recuerdo con cariño, para nada. Lo recuerdo como algo malo de lo que logré salir (sólo por eso ya me siento afortunada). Vivir con poco me ha enseñado muchas cosas. Que una cocacola y unas pipas puedan ser la gloria no te lo niego, y qué pena que haya muchos incapaces de sentir eso. Ahora, ojalá no hubiera que llegar a ciertos extremos de ahogo para saberlo. Porque cuando tienes lo justo puedes ser muy feliz y reírte con tus pipas, pero cuando empiezas a no tener nada... entonces cuesta un poco más ese disfrute. A mí me ha pasado y atraganta mucho.

Si encima la mala racha económica te coincide con una mala racha personal... jodó, es que se puede pasar muy muy mal. Lo que no quita para que, si logras salir de eso, luego mires atrás y pienses: toma ya, salí, y aprendí mucho. Claro que sí. Pero en el momento... dios, qué agobios!!!

marce dijo...

Plas , plas , plas, aplaudo esta estupenda carta que aclara a las mil maravillas el esplendor económico de otros y, no son funcionarios.
Estos pagan los platos rotos de otros que sigen campando a sus anchas por el mundo de las finanzas.