¿Alguien se libra de las heridas que implica estar vivos?
Imagino que no.
Supongo que todos tenemos cicatrices, recuerdos de heridas inflinjidas por los que nos aman, que, al fin y al cabo, son los únicos que nos pueden importar tanto como para herirnos.
Si nos quedamos anclados a esas cicatrices no avanzaremos, nos lastran en nuestro bienestar y nuestro crecimiento.
¿Cómo superarlas?
Es bien difícil.
Restañar heridas requiere ser capaz de perdonar por completo. Y para conseguirlo, es necesario ser profundamente honesto y enormemente valiente. Y empático.
Porque solo podemos perdonar si somos capaces de meternos literalmente en la piel del otro, sentir lo que el otro ha sentido, comprenderle desde la raíz de nuestra humanidad, llorar su dolor que es el propio.
Perdonar es un ejercicio de empatía, de generosidad y de valentía. Un carecer de juicios.
Y a veces podemos temer contemplar desde el otro el dolor que hemos provocado.
Las cicatrices impiden mostrar al otro la piel suave que se esconde justo debajo.
Y ese otro.....no se lo merece.
16 comentarios:
Perdonar es un ejercicio tan personal que cambia con la propia persona. Todo lo que has dicho tiene su base y tiene razón, pero tambien hay que tener en cuenta el grado de dolor o la profundidad de la cicatriz, porque hay veces que, por mucho que se quiera, es dificil, muy dificil, perdonar.
Además es todo como un consenso, porque "perdonante" y "perdonado" tienen que aceptar el "perdon". Pero creo que perdonar y retomar es una de las cosas más bonitas que se pueden hacer. ;)
¡Qué me ha gustado¡.
Las heridas agudas cicatrizan con mayor facilidad que las que se cronifican durante años, porque éstas han creado un "modus vivendi", unas anfractuosidades que vuelven la piel mucho más rígida, inflexible e insensible.
Pero tienes razón, una buena receta para perdonar errores, tantas veces repetidos en el pasado, es haciendo un ejercicio de empatía.
¡Qué orgulloso estoy de mí¡, jajajajaja. Que una chica así me haya elegido.....
Anfraquéeeee?? jajajjaja¡
Lo más dificil resulta, muchas veces, llegar a tomar conciencia de la herida, por paradójico que pueda parecer. Las heridas ocultas son las más peligrosas. Una vez puestas al descubierto y aceptadas, la mitad del camino está hecho.
No estoy de acuerdo con Jose en que el proceso del perdón implique dos sujetos. Uno perdona y punto, porque así lo decide, porque así lo necesita para su propia salud física y mental. Que el otro acepte o no acepte ese perdón carece de importancia cuando el perdón es sincero y voluntario. Del mismo modo que nadie nos puede herir si no nos dejamos, tampoco nadie puede evitar que perdonemos, ni si quiera con el más absoluto rechazo por su parte.
Se me olvidava añadir que lo más difícil no es perdonar a otros, sino perdonarnos a nosotros mismos.
Totalmente de acuerdo con Celadus. Y con Kaken, sobre todo en un punto. Sólo las personas que nos importan de verdad tienen la capacidad para hacernos daño. Siendo muy joven tuve que enfrentarme (porque no podía seguir huyendo de ello) a la realidad (bastante demoledora) de qe había sido herida por las dos personas más importantes de mi vida: mis padres. Me vi a los 17 o 18 años intentando ponerme en la piel de ambos, aceptando y comprendiendo un montón de cosas que casi no podía ni abarcar, y hasta empatizando con conductas y opiniones que no aprobaba en realidad.
Tenía dos opciones: seguir dolida, seguir furiosa, seguir deprimida, decepcionada y pataleando (justamente, caramba, pero bueno, qué clase de padres sois vosotros, que se os supone adultos y sensatos, por qué tengo que ser sensata yo, que sólo soy una cría, hombre ya) o bien hacer otra clase de ejercicio. Asumir y reconocer a mis padres, visualizar sus motivos y los caminos que llevaron a ellos (aunque siguiera sin entenderlos todos), comprender que así eran ellos, con lo bueno y con lo malo y perdonarlos. Eso me curó todas las depresiones y, aunque dejó cicatrices, también me enseñó a vivir con ellas. Y, por qué no decirlo, admito que me sentí un poco orgullosa de mí misma, porque, de repente, descubrí que amaba a mis padres a pesar de todo. Y eso me pareció mucho menos infantil, mucho menos egoísta, mucho menos simple que pretender amarlos por ser como yo hubiera querido.
Amor incondicional. La primera vez que lo sentí, supongo. Me ayuda cada vez que veo en ellos algo que no me gusta demasiado. Lo veo, lo miro, lo reconozco y hasta lo menciono, pero mi amor sigue inquebrantable. Ellos no se han perdonado a sí mismos muchas cosas, yo sí he podido perdonárselas. Son tan imperfectos y tan maravillosos! Son mis padres. Entenderles a ellos, no juzgarles, amarles sin más me ha ayudado también a hacer lo mismo con otros y conmigo misma. Y sí, es más sano, más positivo, más sabio que arrastrar el lastre del rencor.
Preciosa entrada, Kaken. Ya ves cuánto nos haces pensar!!!!
¡Qué razón tienes Celadus¡. En el Stratego hay unas piezas que se llaman exploradores. Muchas veces nos olvidamos que todos tenemos exploradores y que el primer paso para solucionar cualquier tema es ser consciente de que existe el problema. No hay más que recordar como empiezan las sesiones de alcohólicos anónimos.
Estoy contigo Lenka, el verdadero amor es incondicional (otra cosa es que se extinga). Para que sea incondicional sólo se puede partir de una base: la aceptación del otro.
Un abrazo.
Muy de acuerdo con Lenka. Perdonar es sobre todo liberador. Dejar de sentir rencor, o inquina, o de sufrir desconsoladamente por una herida te relaja, te permite volver a pensar. Pero a veces es jodidamente difícil. Y lleva su tiempo, no nos engañemos. Que la teoría nos la sabemos todos, pero hay un proceso de duelo que creo que también es sano pasar. ¿o no?
Vayamos por partes, como suele decirme un buen amigo.
Jose, me gusta lo que expones, es muy cierto,yo me he limitado a intentar ir a una esencia muy básica. Es un tema que da para mucho.
Y sí, hay veces en que perdonar es muy dificil, incluso hay veces en que es imposible¡;-)
Cel, las tres cuestiones que expones me parecen muy interesantes: tomar conciencia de la herida, el perdón como decisión individual y el autoperdón.
Me hiciste pensar con lo de la dificultad de perdonarnos a nosotros mismos, es algo sabido pero no me había parado en ello.
Pienso en que la dificultad estriba en tener que tomar dos papeles contrapuestos; no nos han enseñado a conocernos, mucho menos a empatizar con nosotros mismos, un tema muy amplio también.
Lenka, has rondado multitud de cuestiones interesantes: adolescencia, ira, amores y desamores, padres e hijos...has condensado muchisimo en muy poco espacio y no te puedo responder a todo, más quisiera yo. Sí te puedo decir que estoy de acuerdo en todo lo que expones, y que me llama mucho la atención que, a esa tierna edad, fueras capaz de procesar de esa forma tan sabia una vivencia tan dura.
Además, te diré que he descubierto algo que iba a ser una entrada, pero me da igual, te lo cuento.
He descubierto tu generosidad (la tuya en concreto al contar tus experiencias sin pudor) y la de tantos blogueros, vuestro "mostraros" no es más que dedicación y generosidad, para nada vanidad (ya te digo que esto es desarrollable y luego opinable, como todo, jejej)
Y no, Lenka, no te hago pensar yo (aunque lo agradezco mucho), eres tu la que toma la decisión de pensar ante lo que ves, seas lo que sea ;-)
Ah, impagable lo de amor incondicional, con eso podemos pasar años de charla interesante¡
Ina, también aportas algo que faltaba: el duelo.
Si, también yo lo considero necesario, más bien un proceso natural, cuando quieras lo abordamos.
Gracias a todos.
(Y este Juan quien esss??)
;-)
Bes
"Estoy contigo Lenka, el verdadero amor es incondicional (otra cosa es que se extinga). Para que sea incondicional sólo se puede partir de una base: la aceptación del otro."
¿Se acepta al otro si no se le ha perdonado (empatizado)?
¿Puede darse el amor incondicional aún sin perdonar?
¿Puede la persona que no ha sido perdonada o comprendida sentirse amada incondicionalmente?
Ea, ahí queda eso, mis valientes¡¡
Alguien asume el reto??
Otrosí¡
(Va a ser que la lluvia me confunde, pero me surgen pensamientos a mil en este momento)
Juan, dices que el amor incondicional puede extinguirse, y si que es posible, pero muy remotamente por esa misma condición.
Si es amor incondicional, significa que no está sujeto a condiciones, significa que lo supera todo o casi todo.
Dejarias de amar a tus padres, a tus hijos?
Supongo que en condiciones super extremas, luego me ha llamado mucho la atención que lo consideres extinguible tan facilmente (no es la palabra), no sé si se me entiende-explico.
Coincido con Kaken en esta última apreciación: el amor incondicional no puede extinguirse, precisamente por su propia naturaleza. Solo lo que está sometido a condiciones puede cambiar -y por tanto terminar- pero lo incondicionado permanece mientras uno viva (por lo menos).
"¿Se acepta al otro si no se le ha perdonado (empatizado)?
¿Puede darse el amor incondicional aún sin perdonar?
¿Puede la persona que no ha sido perdonada o comprendida sentirse amada incondicionalmente?"
Respondo brevemente. A la primera pregunta, no.
A la segunda, no.
A la tercera, sí. Siempre que esa persona no lo perciba así, es decir, que se sienta perdonada o comprendida. También pude autoengañarse. Lo que sienta o piense otro no es algo que nosotros podamos controlar, podemos favorecer las condiciones para que otro se sienta mejor, pero en última instancia es cada uno el que "SE" siente de determinada forma.
Saludines.
Juan, dices que el amor incondicional puede extinguirse.
La palabra adecuada no es extinguirse sino disminuir la intensidad. Lo he vivido, no en primera persona, pero sí en otros. He visto madres desesperadas por sus hijos drogadictos que han tirado la toalla. No han dejado de amar, cierto, pero ya no hay ilusión, esperanza en ese amor. A esto me refería.
¿Se acepta al otro si no se le ha perdonado (empatizado)?
Se puede perdonar pero, a veces, las heridas que ya han cicatrizado han podido ser tan profundas y crónicas, que aún existiendo el perdón no tiene porqué acompañarse del olvido. Se puede haber perdonado (primera fase) y no haber aún empatizado (segunda fase). Cuando se dan las dos circunstancias es cuando se perdona y se olvida.
Un besazo.
Cel, estoy de acuerdo en todo lo que expones, gracias.
Juan, el ejemplo que pones, aun siendo muy radical, ilustra lo que mantengo.
Esa madre a la que te refieres a puesto una condición, no admite ni acepta ni comprende al hijo drogadicto (ojo, no lo juzgo). Luego ya no le ama.
Podrá quererle o recordar el amor que sintió, pero ya no es amor incondicional.
Kaken, muchas gracias por cuanto me dices. Me quedo un poco avergonzada, ya ves.
Ina, mencionas algo clave. El duelo. Y tanto que hay que pasarlo, es necesario que así sea. Y es largo, jodido y tremendo. De hecho, el único consuelo posible es que termina tarde o temprano. No ayuda mucho saberlo mientras lo pasas, pero sí que da cierta esperanza, a mí al menos me ocurre. (Esto del duelo me ha dado ideas para otras entradas, graciaaaas!!!)
Buf, ejemplos chungos ponéis, queridos. Pero de verdad puede el amor ser incondicional??? O sólo usamos tal calificativo porque queda bonito? (Yo la primera) Una madre sigue amando al hijo delincuente, o yonki, pero quizá abandona la batalla de "salvarlo". Y lo entiendo. Cómo salvas a quien no se deja? Pero le quiere menos por rendirse? Ella sería más feliz si su hijo no tuviera ese "defecto", porque también su hijo sería más feliz. Qué madre es feliz viendo sufrir a un hijo? Con todo y con eso, le sigue amando, aunque se dé por vencida. Incluso quizá aunque se aleje. A veces nos alejamos por no soportar el dolor, o incluso porque ya nos hacen otra clase de daño. Pero a lo mejor seguimos amando. Qué difícil.
Ojo, que también hay quien pone muchas condiciones al amor. Eso es cierto.
Como bien dice mi gemela, en el caso que pone Juan lo que se acaba no es necesariamente el amor, sino las fuerzas para seguir luchando por algo que parece ya irreversible. Amar a alguien no significa que tengas que hundirte con esa persona. Cuando ya has dado todo lo que podías para ayudarla pero esa persona no se deja ayudar, llega un momento en que tienes que tomar la decisión de respetarla y dejar que las cosas sean, por muy doloroso que eso pueda resultar. Lo único que te queda en esos casos es seguir amándola. Poco más se puede hacer.
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