Del perdón y la inocencia.

A lo ya largo de mi vida, me ha tocado vivir situaciones en las que el concepto de "perdón" se deformaba en aras de beneficiar, de alguna manera, al ofensor y olvidando al ofendido, al inocente.

Concibo el acto de perdonar como una opción que se le presenta a la persona lesionada, no como una obligación sobre la que quepa presión alguna.

Recuerdo, con dolor y estupefación, una situación de la que fuí testigo: una persona muy querida por mí comunicó a su hermana un hecho delictivo (ampliamente documentado)cometido en su persona por parte del marido de ésta.
Lejos de ser creída y consolada o apoyada, esta mujer tuvo que enfrentarse a la exigencia de su hermana de que perdonara a su marido. Doble dolor....
Y no, no puede ni de debe perdonar a través de terceros, dando un cheque en blanco al agresor que, lejos de reconocer cara a cara los daños causados, niega cualquier acusación y propósito de enmienda.

Viví otra situación en la que a mí se me pedía que perdonara yo a un adulto que había lastimado a uno de mis hijos: no lo hice, yo no puedo perdonar en nombre de un tercero y, menos aún cuando se trata de un menor inocente al que debo proteger.

Hay personas que invierten la carga de la prueba, que exigen el perdón y juzgan y condenan al que no lo otorga.
Y con ello, quizás sin darse cuenta, duplican el dolor del ofendido: del inocente.

6 comentarios:

Juan dijo...

El perdón que se exige es una nueva ofensa que añadir.

El perdón sólo se puede pedir y siempre junto a un reconocimiento del daño y un propósito de enmienda.

Un abrazo

Lenka dijo...

Totalmente de acuerdo, Kaken. Supongo que quien te exige el perdón ni admite su culpa (o la de aquel a quien "representa") ni cree ni siquiera que se haya hecho algo malo. Todo lo contrario. Te echa la culpa a ti, por osar sentirte herida.

Recuerda un poco al hombre maltratador que "pide perdón" a su mujer en términos del tipo: "bueno, ya está bien, VAMOS a olvidarnos de esto, ya basta de quejarte y de poner morros, ya te he pedido perdón, yo quiero luchar por lo nuestro pero tú no me dejas, con esa actitud no arreglas nada, te empeñas en no perdonarme, no te importa nuestra relación, mira el daño que les estás haciendo a los niños, hasta cuándo vas a estar echándome en cara lo que pasó, si además sabes que parte de culpa fue tuya por sacarme de quicio, que yo no soy así, que me pinchas y me pinchas y al final no me queda otra que saltar, que soy humano, que no te das cuenta de lo que me OBLIGAS a hacer..."

Hay ciertas conductas que yo definiría directamente como tortura. El perdón no se exige, se pide. Si te lo dan, considérate afortunado. Si no pueden dártelo, encájalo, y no tengas la poca vergüenza de sentir encima que el ultrajado eres tú.

Asombra ver lo egoístas y egocéntricos que somos a veces. Como pretendemos que el inocente calle para no crearnos incomodidad a nosotros (escándalo, vergüenza, cambios, desequilibrio, consecuencias, la más mínima "molestia"). Pensándolo bien, no sé si es egoísmo o cobardía. Quizá las dos cosas.

No tienes por qué perdonar nada que no puedas perdonar, sólo faltaba. Y, por supuesto, no permitas que te tergiversen las culpas. Aunque creo que eso lo tienes más que sabido, Kaken.

Un abrazo.

Kaken dijo...

Un abrazo muy muy fuerte, Lenka, tus palabras son...bluff!!

Lenka dijo...

Desde luego no las necesitas. Es extraordinaria la manera en que has sabido construirte, o reconstruirte, o lo que sea (llámalo equis, es un prodigio de todos modos).

Te digo una cosa: ya sabes que casi nunca opinamos igual ni estamos de acuerdo en casi nada. Pero no puedo negar que personas como tú o Costillo (quizá precisamente por opuestas a mí) me habéis enseñado montañas de cosas. Tantas que la lista sería larguísima. Sí, es verdad, más de una vez seguro que nos hemos sacado de quicio debatiendo, o nos habríamos arrancado los pelos (metafóricamente) pero creo sinceramente que eso aún lo hace más valioso.

De los que piensan como uno mismo no se aprende tanto, sólo se reafirma uno, se asiente. Es de los que piensan distinto, de los que tienen otra visión del mundo, de quienes aprendemos si nos tomamos la molestia de escuchar y hacemos el intento de ponernos en su piel (aunque a veces resulte muy difícil, verdad?)

No sé. Comparto cosas con vosotros y mi verdad sigue siendo la misma, pero ampliada. Porque es muy consciente de ser la mía, no la única.

Te digo otra cosa: se tiende a pensar que uno carga para siempre con lo que recibió (sobre todo en la infancia) Que quien tuvo "malos padres" (entiéndeme) no podrá ser buen padre (aunque no sea "por su culpa"), que quien vivió violencias transmitirá eso mismo, que quien cargó con "taras emocionales" las legará sin darse ni cuenta a sus hijos. Qué va, no es cierto. No tiene por qué serlo. La prueba eres tú. Tú demuestras que no siempre el dolor nos vuelve egoístas, huraños o rencorosos con el mundo. Hay quien tiene fuerzas para tratar sus heridas sin que estas afecten a otros.

Eres fuerte y admirable, Kaken. Enfrentada a tus dragones y tejiendo sonrisas y magias para tus hijos. En ellos sólo has volcado lo bueno, y créeme que volcar lo malo no habría sido tan descabellado, porque somos humanos y caemos en esas cosas. Muchas veces dañamos sin pretenderlo a quienes debemos proteger, porque no hemos logrado aprender a gestionar nuestras emociones (miedos, dolores, desengaños...)

No sé cómo lo has hecho, pero está claro que lo has hecho. Enhorabuena, de corazón. Qué grande.

Besos!

Juan dijo...

No te quepa duda, Lenka, que lo está consiguiendo. Y no está siendo un proceso exento de dolor, rabia, odio y desesperación en ocasiones, pero le ha dado la vuelta a la tortilla, y no sabes de qué manera.

No es nada fácil romper por completo con el pasado, con tu pasado. Las taras están ahí y hay que quitarlas una a una. Reconstruir siempre fue mucho más difícil que construir. Cambiar, de verdad, supone un esfuerzo titánico en el que la cabeza, los sentimientos y la honestidad individual son ingredientes fundamentales que no le han faltado a Kaken.

Ahí está, aún en camino, pero ahora, por fin, en su camino.

Y sí, ha demostrado ser la mejor madre del mundo, con sus defectos, pero la mejor, porque ha conseguido lo que casi nadie es capaz de conseguir: no transmitir las deficiencias heredadas. Ser capaz de construir para nuestros hijos un mundo que nada tienen que ver con el mundo que conoció de niña. Un mundo sano en que el amor de verdad, el que se regala con regocijo, sin ataduras para el amado, es el leiv motiv.

Juan dijo...

No somos tan diferentes Lenka. Ni siquiera en cuanto a ideas. En lo sustancial e importante estamos de acuerdo. Y sí, hay muchísimos matices, muchas perspectivas diferentes, como no puede ser de otra manera en personas que han decidido que lo que les cuentan no les vale. Que piensan por su cuenta, que van por libre y que no tragan con una ideología cerrada.

Y veo sobre todo honestidad, honradez. Creo que ninguno de nosotros piensa como piensa por interés personal, sino que nuestras experiencias, nuestro pensamiento gira en torno de lo que es justo, al margen de que nos beneficie o no nos beneficie.

Y cuando debatimos no intentamos imponer ni hacer cambiar de idea al otro, sino que simplemente queremos dar nuestra visión personal y, desde ese prisma, aprendemos todos. Nos ayuda a comprender porqué los demás son como son y piensan como piensan.

Además, al menos yo, jamás me he sentido juzgado por tí. Jamás me he sentido menospreciado, y no es nada fácil en una sociedad en la que se vive un grado de crispación muy alto.